Ponencia
Luís Barrios Cruz: Llano y Poesía
(1898 – 1968)
Ponente: Prof. Yuni Bautista Rojas
(Miembro Investigador del Centro de Estudios Histórico-Sociales de los Llanos Venezolanos)
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Imagen: Arturo Alvarez de Armas |
Vine a hablar de Luís Barrios Cruz, atendiendo la gentil invitación del Prof. José Solórzano Pérez, quien debuta como cronista convocante y anfitrión, en este “I Foro de Cronistas del Estado Guárico”, estupendo espacio para el reencuentro con entrañables amigos que navegan por los viejos cauces de la historia menuda, recorriendo siempre, meandros y rubicones de añosos pueblos y ciudades de este Estado, que es puerta de entrada al dilatado, anchuroso y mágico llano venezolano.-
No me propongo en este momento, discurrir sobre la obra estrictamente literaria (poética), de Luís Barrios Cruz. Otros conocedores, críticos y cultores del oficio, lo han hecho con brillantez, para valorar desde el punto de vista estético y, en su justa dimensión, su discurso poético, valga decir, su propuesta estética. Al respecto, Domingo Miliani (1968 – El Nacional), señala: “Sobre el autor y la obra, escribieron entre otros, Julio Morales Lara, Juan José Churión, Alberto Arvelo Torrealba, Eduardo Crema, Enrique Bernardo Núñez, Rafael Angarita Arvelo, Luís Castro, Julián Padrón, Ángel Miguel Queremel, Pedro Sotillo, José Ratto Ciarlo, Aquiles Certad, etc. Desde fuera del país revistas y periódicos, españoles, argentinos, chilenos, ponderaron la nueva tónica que encendía el poemario”. Se refiere el autor citado, al juicio de valor que sobre el primer libro del poeta Luís Barrios cruz: “Respuesta a las Piedras” (1931), emitieran esta constelación de literatos. Faltó a este investigador, incluir en la lista, a hombres y mujeres que igualmente siguieron muy de cerca la poesía del ilustre guariqueño, como: Fernando Paz Castillo, Jacinto Bombona Pachano, Rodolfo Moleiro, Luís Enrique Mármol; todos ellos dignos representantes de la prodigiosa “Generación de 1918”. Tampoco son señalados los nombres de Andrés Eloy Blanco, Antonio Arráez, Luís Beltrán Prieto Figueroa, Pablo Rojas, Luisa del valle Silva. Ausentes también están, sus dilectos amigos del “Centro Cultural y Excursionista Humboldt”: César Rengifo, Héctor Poleo, Pedro León Castro, José Fernández, Enrique Vera Fortique, Armando Gil Izaguirre y Henry Leroux; con quienes compartió recurrentes tenidas literarias, en las que inevitablemente fue analizada y comentada su producción poética.-
Como decía al comienzo, no pretendo yo constituirme en crítico de la obra de Luís barrios Cruz, no es esa mi intención. Debo confesar con toda humildad que aun no domino las técnicas convencionales para hacer análisis de la poética. Muy por el contrario, lo que aspiro es llegar a esbozar, en apretada síntesis, el perfil de este bardo singular, que hoy por hoy, es un referente importante para las letras venezolanas y, que a pesar de su revolucionaria y original obra, es poco conocido y difundido.-
Pudiéramos entonces comenzar por preguntarnos quién fue este hombre que hoy nos ocupa. Cuales fueron sus raíces y de que tamaño fue su espacio existencial o historia de vida. Quién es este hombre del que tanta gente ha opinado y de quien muy poco se sabe. Este hombre, podemos afirmarlo con el pecho henchido y con altivo orgullo, es engendrado por Luís Barrios Parra y Josefa Cruz Sanoja de Barrios, en este pedazo de llanura que llamamos Guayabal, específicamente Luís Barrios Cruz nace en CAMORUCO ESPAÑOLERO, el 6 de febrero de 1898, uno de los más viejos asentamientos poblacionales, ubicado al este de este Municipio del sur del Guárico, donde aun se conservan intactos entre sus pobladores, algunos rasgos físicos del elemento intrusivo español (andaluz), venido a estos predios a fines del Siglo XVIII y, en el que sobreviven algunos apellidos con sonoridad peninsular: como Domínguez, Reyes, Hernández, Barrios, Loreto; entre otros.-
Así como en el pasado, en el presente a este vecindario – cuna del insigne poeta – se le mienta o recuerda Camoruco Españolero. CAMORUCO (Sterculia apétala), por ese árbol corpulento y frondoso que llega alcanzar de 10 a 15 mts de altura, que ustedes bien conocen, característico de los bosques secos tropicales y, de cuyo corazón se hace la sonora arpa llanera y, el mote ESPAÑOLERO, le viene por la cualidad o procedencia étnico cultural de sus pobladores iniciales, emplazados en hatos ya existentes mucho antes de la Fundación de la Misión de San Jerónimo de Guayabal, llevada a efecto por el fraile capuchino Tomás Bernardo de Castro en las postrimerías del Siglo XVIII (3 de julio de 1795). Es en este rincón llanero de Camoruco Españolero, dominado por medanales, esteros y sabanas, donde transcurren los primeros años de Luís Barrios Cruz. El poeta, al decir de Alberto Arvelo Torrealba (1931: El Heraldo) Creció al galope, sobre las recias lejanías, coleando polvaredas, con ese cariño que se cuaja temprano en el adolescente de llanura por las rudas bregas del pastoreo… Allí el huracán de las carreras le enseñó el buen tono de las “cantas” y, en la vida del hato, sobre los peladales, acaso le piso alguna vez la cabeza a su sombra, con leguas de por medio entre el hambre y la ración primera. Como tantos otros en este pueblo, Luís Barrios cruz tuvo que marcharse con sus padres a otros lares, así como las garzas cuando vuelan presurosas y sedientas en pos del nuevo pozo. Se marchó con sus padres hacia la ciudad de Calabozo, estimamos que a los 11 años, llevándose consigo muy bien guardado en lo humano profundo: las acuarelas del paisaje llanero, el olor a tierra mojada, el bramar de la vacada, el canto del corral y la copla relancina, el espinito, la hoja seca que canta, la laguna, el sol que tuesta, las estrellas de la madrugada, las aves con su trinar, la palma sola y su indómito Alazán.-
Quiso y así lo hizo, meterlo todo – hasta la horizontalidad de la llanura – en el morral de los recuerdos primeros, preñados de afectos, para luego devolvernos – ya como adulto – y, con excepcional talento y maestría: “versos que parecen melodías volando, sueltas en las inflexiones de la sonoridad” (1968: Rhazes Hdez. López; El Nacional); para regalarnos, en fina poesía, el llano todo, matizado esta vez, con imágenes y metáforas irrepetibles. En Calabozo con mucho sacrificio, nuestro poeta solo llegó alcanzar de instrucción, el tercer año de secundaria, esto por razones económicas…
No obstante, la precaria situación de la familia, no fue óbice para que Luís Barrios Cruz, pudiera hacerse de una sólida cultura a través de la voraz lectura. Muy pronto su nombre comienza a sonar en la colonial ciudad que lo acoge. Funda con apenas 23 años, los periódicos Ecos de la Pampa (1921) y, Clavileño (1924) y, El Diario (1926). Es posible que haya asumido el medio periodístico, para darle sabana a ese potro cerril, hecho poesía, que en su pecho relinchaba salvaje, reclamando la dilatada espesura. A los 24 años, recibe el primer premio, en los “Juegos Florales de Ciudad Bolívar” realizados para conmemorar el centenario del poeta Juan Bautista Dalla Costa.
En 1928 se traslada a Caracas, donde realiza una fulgurante carrera en el campo del periodismo y de la literatura, imprimiéndole aires de renovación al género poético. Debuta como redactor del Universal. Director de la revista Elite, del diario Ahora. Fue fundador y directivo de diversas instituciones: Asociación de Escritores de Venezuela, Ateneos de Caracas, Asociación Venezolana de Periodistas. En el campo de la política llegó a ser diputado a la Asamblea Legislativa (1920) y Senador al Congreso Nacional por el Estado Guárico (1938 – 1942). En su desempeño público, fue Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, Jefe de Gabinete de Relaciones Exteriores, Director de Información del M.R.E., y Director de la Biblioteca Nacional, cargo que desempeñó hasta su desaparición física. De su autoría quedan para la posteridad, como joyas de la literatura venezolana: Respuesta a las Piedras (1931); Plenitud (1941); Cuadrante (1944); Romancero de la Coromoto (1952); La Sombra del Avión (1954) y Decoraciones (1967) con la cual se cierra el ciclo de su producción poética.
De su unión con Trina Díaz Martínez, nacieron 8 hijos, algunos de ellos asistieron al Homenaje que se le rindió al poeta en la vieja Iglesia de Guayabal, auspiciado por la Alcaldía y amenizado musicalmente por la Agrupación: “Cuerdas de guayabal” dirigido por la Profesora Olenia Crespo y el Orfeón del Congreso Nacional, invitado por el entonces diputado Oldman Botello, Miembro de la Comisión de Cultura del Congreso Nacional (1998). En este acto, el único que se ha realizado en Guayabal para recordar a tan ilustre coterráneo, tuvo destacada actuación como organizador, nuestro querido poeta, guayabaleño de pura cepa: Emilio José Rodríguez, quien nos suministró valiosísimo material hemerográfico y fotográfico, además de información oportuna sobre el tema. Concluyo, tomando prestada la autorizada voz de Juan Liscano (1944: El Nacional); “A solas con su llano, Luís Barrios Cruz entabla el monólogo eterno. Evoca, ama, sueña, cuenta, pasa bajo el sol, se pierde en la noche y nos deja el eco de su intima voz…”. Luís Barrios Cruz, el ilustre poeta, el paisano, hijo insigne de este pueblo que ha sido injusto, al no reconocerle sus extraordinarios dotes literarios y humanos, murió el 1º de Febrero de 1968. Desapareció es verdad, pero su poesía permanecerá viva, por su pureza y profundidad, ocupando un sitial privilegiado, sembrada como en La Siembra, uno de sus más hermosos poemas, con el que nos decía:
Y te voy a sembrar una palabra.
Campo limpio, y mío, claro campo
donde el viento de los cuatro horizontes aprendió
el surco de las ágiles esperanzas
y los ríos – pensamientos de verde –
clavan su cuchilla de luz
en las entrañas de la nube fecunda.
Campo limpio, y mío, claro campo,
tienes abierto el sueño, de mi alma,
y te voy a sembrar una palabra.
Tu donde esta plantado un roble
fecundo gozoso de pájaros.
Tu donde esta plantado
el remolino de un tropel indeleble
Espigado altanero de crines.
Tu donde esta plantado el árbol ancho
del cielo florido anhelante de estrellas.
Tu donde esta plantada la voluntad
cargada madura de hombres.
Tu campo limpio, y mío, claro campo,
tienes abierto el sueño, de mi alma,
y te voy a sembrar una palabra.
Muchas Gracias!