Ponencia
Un hecho Represivo en Orituco
Ponente: Carlos A. López Garcés
(Cronista de Altagracia de Orituco)
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Imagen: San Juan de los Morros.blogspot |
La noche del 13 de septiembre de 1961, el partido Acción Democrática celebraba en Altagracia de Orituco, capital del otrora distrito Monagas del Estado Guárico, el décimo noveno (XIX) aniversario de su fundación, motivo por el cual se realizaba una fiesta bailable en la sede de esa organización política, ubicada en la calle Bolívar cruce con la Julián Infante de aquella localidad guariqueña. Un grupo de jovencitos de 15 a 16 años de edad, en su mayoría estudiantes del Liceo Ramón Buenahora Altagraciano, se sintió atraído por aquella festividad y decidió incorporarse a la misma para disfrutarla sanamente porque la entrada era libre, aún cuando ninguno de ellos era militante adeco y eran catalogados como comunistas. La presencia de estos muchachos incomodó a ciertos dirigentes del partido cumpleañero, quienes optaron por conminarlos ofensivamente a que abandonaran el sitio, lo cual causó la natural incomodidad de los jóvenes, quienes fueron sorprendidos por aquella actitud que se tornó muy agresiva y se convirtió en cayapa, al extremo que algunos resultaron golpeados, como fue el caso de Pedro Miguel González (alias PEMEGO) quien fue herido en la cabeza tras recibir un fuerte golpe con la cacha de un arma de fuego, supuestamente dado por César Mata de Gregorio, uno de los dirigentes connotados del adequismo orituqueño de entonces.-
Los jóvenes fueron detenidos y trasladados en calidad de presos a la Policía de Altagracia de Orituco. La noticia de tales hechos ya se había difundido en la población gracitana en las primeras horas del día siguiente: se comentaba que los muchachos serían trasladados a San Juan de los Morros, acusados de subversivos y por órdenes del Prefecto Adolfo Polachini, máxima autoridad ejecutiva civil del distrito en ese momento. Esta decisión generó un rechazo colectivo, tanto que a las nueve de la mañana (9:00 a.m.) se había concentrado una considerable cantidad de pobladores gracitanos en frente de la Policía, junto a la plaza Bolívar, para protestar pacíficamente contra aquella medida y pedir a viva voz que liberaran a los detenidos. Fue una concentración popular espontánea de cientos de personas de diferentes edades, sin organización previa, que aumentaba en la medida que pasaban los minutos. El Prefecto no pudo resolver la situación; optó por solicitar la presencia del Ejército para contrarrestar la postura de los manifestantes.-
A eso de las tres de la tarde se presentó un grupo numeroso de soldados procedentes del Cuartel Zaraza y de San Juan de los Morros, al mando de un teniente, quien inmediatamente a su llegada le exigió a la multitud que se retirará del lugar, por lo que el abogado Plutarco Pérez Guglietta, dirigente del Partido Comunista de Venezuela en Orituco, le respondió que ellos estaban allí pacíficamente, solicitando la libertad de unos muchachos que habían sido agredidos y estaban detenidos injustamente. El abogado Pérez Guglietta fue arrestado de inmediato por orden de aquel teniente, quien a su vez instruyó a la tropa para que desalojaran a los manifestantes. Los soldados comenzaron a empujar a la gente con sus fusiles de bayoneta calada; muchas personas se mostraron reacias a retirarse y hasta protestaron porque las empujaban. Uno de los protestatarios fue el entonces joven liceísta Zenón Velásquez, quien le solicitó a un soltado que no lo empujara, pero el militar lo hizo más fuerte por lo que Velásquez, que tenía una pegada demoledora, le asestó un puñetazo en la cara, con lo que lo tumbó junto con dos soldados más; esta situación originó que otros militares arremetieran a planazos y culatazos contra Velásquez, cuyos hermanos, Rodolfo y Valentín, acudieron en su defensa, pero también fueron agredidos salvajemente. Los tres quedaron detenidos en la Policía.-
Los soldados arreciaron los empujones y apelaron a los culatazos, a los planazos y a las bombas lacrimógenas, por lo que la manifestación se dispersó con el resultado de varios lesionados y más detenidos; un caso concreto fue el de Felicio, un joven obrero apodado Supermán por su extraordinaria fortaleza, la cual le sirvió para resistir la feroz arremetida a planazos y culatazos que le propinaron simultáneamente varios militares cuando intentaban detenerlo, por lo que fue necesario aumentar el grupo de soldados para lograr el objetivo; otro caso fue el de Chiquitín, alias de un fotógrafo que fue detenido y obligado a velar el rollo y entregar su cámara fotográfica.-
La gente despavorida corrió por distintas calles cercanas a la plaza Bolívar, ante la intensidad de la represión militar. La angustia se generalizó e incrementó por el sonido de disparos de fusiles al aire y los efectos de las bombas lacrimógenas, que hasta esa tarde del 14 de septiembre eran desconocidos en la población altagraciana. Una víctima de estos acontecimientos represivos fue doña Paula de Coronil, quien integraba un grupo de personas que observaban los sucesos desde la calle Chapaiguana, en el cruce con la Julián Infante, a dos cuadras del sur de la plaza Bolívar, escenario de aquellos hechos. Doña Paula, atrapada por su nerviosismo, intentaba atravesar la calle para regresar a su casa cuando fue arrollada por un automóvil, que se desplazaba a exceso de velocidad por la calle Chapaiguana desde la plaza Bolívar; ella murió en la noche de ese mismo día, como consecuencia de las lesiones ocasionadas en la cabeza al golpeársela contra la acera.-
Los muchachos y los manifestantes presos fueron trasladados finalmente a la Policía de San Juan de los Morros, ubicada entonces en la calle Bolívar, donde ahora construyen la sede la Biblioteca RómuloRómulo Betancourt, caracterizado, entre otros casos, por el irrespeto a los derechos humanos y cuya consigna era disparar primero y averiguar después.-
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